Yo no sé qué creer: si en
las palabras, en la esperanza, en el tiempo. En los momentos o en las personas
que se presentan... En un rato de diversión o una vida de espera. No sé si
creer cuando escucho que alguien me piensa, tampoco sé si debo creer que yo estoy
escuchando lo que quiero oír.
En la distancia, en el
tiempo presente, en lo vivido. No sé qué creer. Mucho de todo eso es
percepción, es del cristal con que observes, el tipo de luz, y las ganas que
tengas o el disgusto por la vida.
Es siempre interpretar,
sobreinterpretar o de plano dejar pasar lo que sí es significativo por clavarse
en pensar tonterías.
Por ahora es emocionante
tener contacto, un nuevo contacto, con una nueva vida, ojos que no había visto,
fotografías que me intrigan. Pensar en que lo mejor está por venir, o que tal
vez estoy a punto de perderlo.
Aquí de nuevo, frente al
límite de lo que creo querer y lo que viene.
Ahí voy de nuevo, a
preocuparme de más. Esta vez será diferente, martes próximo ni si
quiera creo expectativa: vida sorpréndeme.
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