La vista se nubla y los colores se tornan hacia el blanco.
Las piernas tiemblan.
Cuerpo tendido, elevándose, muriéndo poco a poquito.
Por un instante nada preocupa.
Remolinos internos, la gran mano de dios mueve todo.
Llega, entra, penetra, se queda.
Tocan deliciosamente los puntos exactos
para hacer con mi voz una melodía exquisita.
Sonidos, esperanzas y un poco de sed,
ganas de perderme, siguiendo mi centro.
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